Mes: marzo 2023

Embargo

Embargo

El embargo que tu amor
ha hecho de mis ansias,
es más cuantioso que
todo el oro guardado
en las arcas del tiempo.
Vivo recluido por eso:
mi deuda con tu amor es infinita.
Pero tu amor no existe,
es como un Dios al que venero
sin saber de él a ciencia cierta.
Le ofrezco rezos, le consagro dones,
le doy el pan sagrado de la poesía,
y no logro satisfacer siquiera el pago de
la mano que derrama en mí
su bendición negada.
Me resigno a vivir con este embargo,
y a depositar mi óbolo
en la cesta sin fondo
de tu amor ausente.

Fer Amaya

Prosa para el mar de Indira

Prosa para el mar de Indira

Coge este caracol, Indira,
y húndelo en tu seno
hasta que sus mares canten.
No se lo muestres a nadie,
no hagas evidente
que te he dejado en posesión de él
hasta que nos rebase
la inimaginable fractura del tiempo.
Lo llevarás como el halcón
lleva la rebeldía en sus ojos,
y como la paloma consiente
la ternura del aire en sus alas.
Abriga en tu ser el laberinto de este caracol,
sus aristas de calcio, Indira,
la tormentosa voz
de su desasosiego.
Yo te lo doy como se da lo más preciado,
Indira, jamás lo abandones
a expensas de turbiones extraños.
Él, que viva tus oscuras borrascas,
él, que viva tus fervores y alegrías.
Yo lo he traído hasta sangrarme el pecho,
me ha acompañado
en noches de interminable insomnio,
es mi voluntad cuajada en piedra.
Te lo dejo, abrígalo, protégelo,
al final, tú misma sabrás a quien confiárselo.

Fernando Amaya

Foto: Amar la mar

Un lugar

Un lugar

Sé que existe un lugar
para estrecharte en mis brazos,
un espacio de vida
que enaltece a mi alma.
Voy en busca de él para esperarte lo que dure este sueño,
esta dádiva de luz
preclara y abierta.
Las aves del mundo
llegarán cuando arribes,
las flores del mar
y sus mudos penachos,
el sonido de los caracoles.
Toma en cuenta
que te voy a estar esperando
en ese lugar que enuncia mi vida,
con la fuerza de un viento distante
que ocasiona este mar de fondo
en el cual se sumergen
mi verso y mi canto
como peces de luna
arribando del cosmos.

Fer Amaya

Un día fuiste el alba

Un día fuiste el alba

Te hallé en mi relicario de Pavese
como una mina
de oro finísimo
y de plata austera.
Y no supe si rugir
como el silencio o callar
como el océano
en noches
de rima tempestuosa.
Te hallé gentilmente
urdida por cinco gráciles palabras,
tan simples como el plumón
de un albatros
o la rama de un almendro
despojado de sus ojos.
Y no te pude mirar
pues lo que mucho cuesta
no se mira.
Opté por cerrar la página,
abandonar tu cuerpo
y sumergirme
en el pozo profundo de la aurora,
en donde ahora me ves
celebrando que eso fuiste un día:
el alba de mis sueños,
la luz de mis quebrantos.

Fer Amaya

Foto: Daniel Xants

Grieta

Grieta

Me agrietan tus besos ausentes
mojando el caudal de mi boca,
me saben a humo tus manos calladas,
comprendo que es todo, que no hay más oferta,
es la suma total del olvido
a tu favor, y en mi contra
su resta magnífica.
No hay apremio, ni duda, ni vértigo,
cierro el pórtico
de esta residencia de versos
para dialogar con la nada,
y sanar el ardor que me infrinjo
por querer abordar
ese sueño
en donde tus besos
forman la marea, las olas,
el mar y su enérgica sombra.

Fer Amaya

El memorioso faro de la aurora

El memorioso faro de la aurora

El memorioso faro de la aurora
ha puesto a la noche de cabeza,
aquí me vez recogiendo
las sábanas y ahuyentando
los mosquitos
adheridos a la almohada.
El mar se arremolina en torno al faro:
ya acalla su luz, empecinado,
al día le sobran argumentos
para moler su polvo
de transparente humedad
desde las vigas del sol.
El faro le espeta que es aliado de la noche
y desde su emplazamiento seguro
estará esperando su regreso
y con él el arribo de las naves
a las que el día mantiene al garete.
A punto estoy de recoger
el edredón más íntimo del faro
huele a dulce camelia desflecada.
El mar abandona su acérrima disputa
pues ahora su labor consiste
en mantener
mi corazón a la deriva.
La bajamar endulza
el apetito saludable de los peces
y yo vuelvo a mi costumbre de cantar
después de haberle
arranchado la litera
al mar y a su faro somnoliento.

Fer Amaya