Mes: julio 2013

Cuenta nueva

Foto: Parque Nacional Huatulco

Foto: Parque Nacional Huatulco

Lo que voy a hacer para olvidarme de ti
debe ponerte en alerta; mira: voy a emborronar
con tiza tu nombre, a remachar con broches irrompibles
tu recuerdo hasta hoy invicto.
Voy a baldear la cubierta donde, hasta la fecha,
no habían muerto los peces de nuestra pasión.
Es más lo voy a hacer con acta notariada
por el cielo que aún me hace suspirar por ti.
Para olvidarme de ti, voy a fragmentarme
en innumerables rescoldos, los cuales
apagaré con golpes de agua fría,
para que, yertos, no vuelvan a suspirarte más.
Para olvidarme de ti dejo de escribir en este momento,
hasta que el olvido guie mi mano,
ya sin el riesgo de evocarte
aunque fuera por descuido.

Agosto

Estas noches de agosto,
húmedas, densas,
agobiadas por la sal
que libera la brisa,
se desvanecen
sobre la atenta indiferencia
del litoral que las alberga.
Estas noches por dónde la marea
entra a saco con sus ondulaciones
de damisela sugerente,
abonando al subterfugio
de las manos ansiosas
el caleidoscopio manumiso del deseo.
Estas noche pobladas de arrecifes
donde se extravía un mineral
de alas punzantes,
no cesa en su empeño
de ser inolvidable,
para repetirse
casi idéntica
en las madrugadas
que octubre nos anticipa
sobre el puente
de las regatas insomnes,
las que aprovechan
un viento desatado
con su quejido hondo
e intenso para hacerse a la mar.
Ah veladas silenciosas de agosto
cuanto hace falta una mujer aquí,
desnuda, apenas sugerida
por los bemoles que alambica la música
sobre los arbotantes rotundos del estío.

Imagen: e. añorve

Imagen: e. añorve

Folia de acentos estivales

Tengo antojo de ti, de tus labios carnosos, de tu piel agridulce,
del alcohol invisible que me moja los labios cuando te beso.
No quiero ir más allá del deseo, porque una vez cumplido, sobreviene el hastío.
Para sobreponerme a este antojo, devoro una manzana,
succiono la pulpa dulce de una uva onomástica,
me alborozo con la harina aun sin amasar de los buñuelos.
Y canto, sobre todo canto sin abrir la boca, disfrutando
una sucesión de arpegios que se apilan en mi árbol cenital.
Tengo antojo de ti, divina criatura, nominada mujer por el azar del fuego,
aquietado hoy en el incendio de esta noche, plena de acentos estivales.

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