Vivo para ti
la proeza de un mayo eterno,
la divisa incalculable de sus horas,
y el fuego total de sus pasiones.
Y será parte del adeudo
de la vida conmigo,
puesto que tu has optado
por dejar en suspenso
el milagro de un amor
a todas luces inequívoco.
Lo aseguran mis versos
y su tren de ágiles palabras
dictadas al apremio de la soledad.
Te doy a saber
que prefiero la eternidad
de lo incumplido
al encanto pasajero
de lo realizado.
Que más puedo ofrecerte
dime aparte de este
canto también efímero
como mi voz que lo canta.
Cúmplase la eternidad
de este mayo
que habrá de iniciar
en su último día,
sólo unas horas después
del que será para mí un mayo más
en el calendario de los onomásticos.
Fer Amaya