Cántico acerbo
Oh diosas del mar,
amad la fuente
que os prodiga garantías,
el incalculable mérito
de ser eternamente, oh diosas.
Diosas verdes de culto simpático,
vosotras no requerís
el mismo pan
que la gente común acapara,
vosotras vivís en eterna vigilia,
como el potro broncíneo
de la amazona
que nos legó
la costumbre de tañer sonrisas.
Piedad, oh diosas,
el plañido de vuestro canto
me atormenta,
por eso voy atado
a la quilla vertical
de mi poema,
como el insumiso ahedo
que osó ofender
el asueto de los dioses,
y fue condenado
a escucharlas de por vida.
Fer Amaya