Mes: febrero 2013

Onomástico

Un acorde de guitarra derrama la noche sobre el mar,
nota a nota se desintegran los colores de un intermezzo,
para recuperarse en la melodía que aclama la vigilia,
áspera y dulce, bulliciosa y callada.
En esta medianía caben a la perfección
los efectos de encontradas emociones,
es un clima que se parte en rutas
que no había descubierto la sospecha.
La madrugada es el rumor inédito
propiciado en los huesos humerales,
tiene toque de bálsamo y aroma de fruición.
Es un bosque de perros soñolientos,
amables y, hasta cierto punto, espabilados.
La madrugada es la noche que no agota
sus cenizas simbólicas y el día que no prende
las bengalas previsoras de su arribo.
Los ángeles proféticos no huyen de la madrugada,
le abarrotan los sueños con festones dorados
que, al deshilvanarse, maúllan como ágiles felinos.
Anda, aún no es tarde, aún no es temprano,
y mi esfera mágica se pronuncia por tu beso,
ese que tiene el acento de anís
en el capullo de su encordadura.
Anda, que nos falta terminar esta canción
para recibir el día con tu onomástico.

Foto: Villanueva Franck

Foto: Villanueva Franck

Pequeña oda a mi padre

Si pregunta por mí, dile que estoy bien, que sigo amando el mar, la luna plena y las flores del jacinto; dile que voy, casi a diario, al pozo de los huanacastles a baldear el manantial de estrellas que tanto amó.

Dile también que no he dejado la empecinada costumbre de cantar, con mi voz ronca, esa voz que él me regaló desde la sangre de sus venas dóciles, desde sus trinos alegres de montaña.

Eso dile a mi padre, lucero del alba, tu que lo puedes ver más allá de donde se pierde la lejanía. Dile que hoy lo recuerdo, porque la cuaresma me trajo un higo dulce, el mismo que sus manos llevaron a mi boca, cuando mi infancia florecía como campo de azucenas.

perro nubil

Madrigal de la esperanza

Ataviada de sueños, coronada de flores,
¿Alguien ha visto a mi esperanza?
la que me permite vivir creyendo en la vida y el amor.
¿Nadie la ha visto? Me urge saber,
para emprender esta jornada
de poemas y cantos, de odas y alegrías.
Sólo quiero saber si la han visto,
no es necesario tenerla en frente;
mientras sepa de ella, de su paradero,
mi salvamento flota seguro sobre el mar agitado.
Porque ha caminado conmigo las sendas más arduas,
y hemos bebido en el mismo cáliz
el agridulce sabor del desengaño,
pero también el gusto inconfundible de la dicha
que sólo sabe a eso: a satisfacción colmada.
No me refiero a su presencia como un requisito;
es el vuelo de la libertad,
es la ruta del anhelo liberado;
puede estar, puede no estar pero estar.
Gracias al aviso de alguien ya está aquí,
ahora mismo se refleja en todo:
hace visible el canto de los pájaros,
desvanece los copos inciertos de la ausencia,
me devuelve la sonrisa
desde el trajín de las nubes que pasan.
La siento aquí en mi pecho
alimentando el manantial de la fe
y moviendo la noria
de la caridad que se tributa entre iguales.
La siento aquí, y es indispensable
para que el amor triunfe sobre el abandono.
Para que la vida triunfe sobre la muerte.

Cometa

Glosa de oración para el dios del chambalé

Amable dios del chambalé, permíteme:
Volar bajo, entre las flores vecinas de mi pecho,
nacer del parpadeo de las alas del moscardón de la miel,
crecer en los pétalos de la mariposa acrisolada en el viento,
ir de mi casa al jardín de enfrente midiendo doce pasos justos,
beber mi pequeño sorbo de agua sin sobresaltos ni hartazgos,
maravillarme con las briznas de sol que replica el musgo,
navegar sobre los pétalos rituales del tulipán albo,
requerir el auspicio de una escama sumergida en el aire,
saber del amor sin enajenar sus raíces.
Enséñame la devoción del rocío en el cáliz perfecto,
el oratorio del pedúnculo en el sótano de la gardenia,
la salve del chupamirto alimentando a sus críos.
Ora por nosotros amable dios del chambalé,
tú que moras el soliloquio de las higueras,
tú que vives y reinas en el templo que la naturaleza
erigió para tus fieles, por los siglos de los siglos.

Fotografía: Jesús López Aguilar

Fotografía: Jesús López Aguilar