Mes: marzo 2013

Miércoles santo

Saludo a un día más como cualquier otro; pero trae un brillo especial, una cualidad de orden diferente, a pesar de tener un nombre común y un registro numérico reiterado. Es un día más parecido a una flor, a un guijarro; a una sonrisa, a un sollozo.

Arde este día como esfera lumínica, su calor abraza la dermis de los sentidos, que sudan a cántaros, cada cual con su muy particular manera de percibir el mundo.

Este día, muy especialmente, me trae cantos disímbolos: las risas de mi hijo, el silencio de una nube que sueña, el ronroneo de una lavadora y un diálogo de pájaros desinhibidos.

A medida que avanza, el día referido, es un proverbio de intenso bochorno, no lo cuartean ni las ínfimas lenguas del aire reducido a anhelada expectativa, ni las mareas quemantes de la cuaresma en plenitud.

¡Uf que día! trae su aura de conejo en pronta huida, sustancia de alcachofa remojada en el agua corriente de una bandeja, trae el rejuego de todos los días, sus horas de rubor y de hecho consumado; es un día completo, con su honor, su espadín y su vihuela.

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Domingo de ramos

Porque eres más querido ahí donde haces más falta,
por eso yo te canto, Amor.
He descubierto tu huella en el latido de mis manos,
en la respiración sosegada de mi piel.
Porque eres tan alto como la vida y
tan cierto como tú mismo,
veo el cielo para suspirarte
cuando descubro el paso fugaz de una estrella.
Aunque no te tuviera, mi canto sería
un pregón de entusiasmo, Amor;
como las aclamaciones festivas
de la buena cosecha, como el recreo de los infantes
en el patio entrañable de la niñez.
Porque alguna vez, en el instante mismo de cerrar los ojos,
llegaste a darle alas a mi sueño inefable,
el sueño que todos soñamos
cuando la voluntad te convoca
para contar con tu advenimiento
desde la frontera
dónde se pierde la cuenta
de los días, y el tiempo es una sola hora interminable.
Porque me reconozco más humano cuando hablo de ti,
he venido a dejarte este tributo
flanqueado por el canto de los gallos
que festejan el arribo de la pascua florida;
aunque haya todavía
que sufrir un largo período de tribulaciones,
para ser testigos fidedignos
de tu muerte y resurrección.
Amor, por eso yo te canto,
porque aprendí a resignar
la obstinada penuria de tu ausencia
y el gozo de tu breve estadía.

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Ángel

Tenía una bestia dormida en la mirada
y un malecón de risas en la voz,
me amaba como poseída
por una extraña virtud.
Recorrimos las tardes
llevados por un
inesperado influjo;
tal si la lluvia o el viento
se originaran en nosotros
disputándose nuestros abrazos,
arrebatándose los besos
que nos dimos con urgencia.
Tenía un color de luna menguante
en su piel tamizada de nardos,
y su intimidad era de fuego vehemente,
cuando ardíamos
sacudidos por un sismo
primero trepidante, luego agónico.
No dejamos un solo pendiente en el camino,
la obligación con el amor
fue absoluta y total.
Por eso ahora voy asido a estas alas
portentosas e inmensas;
ya no digo más, estoy a un solo paso
de volar sobre el abismo.

Ima: internet

Ima: internet

Itinerario del deseo

Navega entre pétalos y espuma,
como cisne de la fantasía.
Es de ascuas quemantes
el camino hacia ella,
pero también de arenas sosegadas
al influjo del mar.
La tarde en sus ocres
diluidos por la sombra,
retoca los bordes
del cielo blanco e impecable.
Más allá de lo imaginable,
sus muslos urgiendo el tacto
de unas manos
amorosas y suaves; aún más allá,
la hondonada que le recorre el pecho
y se abre al final
en una flor abigarrada
fértil de húmeda savia.
Para llegar ahí se necesita
ir a los esteros del mito,
y regresar con la escudilla
donde sorben los dioses
las infatigables mieles del placer.
Ante mi azoro,
el velo que la cubre se desliza
y puedo llenarme con su desnudez,
hasta detonar
el arpegio de mis íntimos anhelos.

Foto: Ger Alfaro

Foto: Ger Alfaro

Epicedio al final del amor

Heme aquí apurando las sobras del olvido
en un vaso caótico y maltrecho.
Desde que te fuiste llevo mi voz a la pendura,
el amor a la deriva, y el corazón adujado
sobre la cubierta del garete de los sueños.
Contigo navegaba la vida del alba al crepúsculo;
hoy, la niebla de los años me lo impide;
por eso trazo la estima de una ruta inconclusa,
sin precisar la partida y el arribo.
En otras palabras, navego entre brumas
del olvido a la memoria y de la memoria al olvido,
en un simulacro de nunca partir y nunca llegar.
No abones a mi desgracia ni el atisbo
de la sonrisa complaciente,
ni el pingüe deshonor de una palabra de aliento;
cada quien con su bastidor de enconos
y su morral de dudas, que el amor arribará
de nuevo cuando le venga en gana,
para compartirse en una mesa
a la cual ni tú ni yo fuimos invitados.

Foto: Tamara Almazán

Foto: Tamara Almazán

Locura

En previsión de que ya no me quieras,
mando mi renuncia a quererte,
porque ahora te voy a adorar
con este amor de fuego esperanzado.
En previsión de que ya no me quieras,
el mar se encrespa sobre los acantilados,
desatando una tormenta de besos
en mi pecho agónico.
Todo es preferible al olvido,
incluyendo las espinas punzantes
del acuciante desamor.
Con los sentidos alerta,
estoy escuchando
la música que mueve al mundo,
la nostalgia deviene en alegría,
y los ángeles del alborozo
danzan iluminados
en previsión de que ya no me quieras.

chica